JULIO ANGUITA
JULIO ANGUITA

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¡Hasta siempre, maestro!

¡Hasta siempre, maestro!

A pesar del estado de alarma, más de medio millar de cordobeses se congregaron en las calles para despedir a Julio Anguita, primer alcalde electo de la democracia en la capital de provincia.

Tras décadas de encomiable compromiso moral y firmes convicciones políticas, Julio Anguita González, histórico dirigente del Partido Comunista de España e Izquierda Unida falleció este pasado sábado 16 a las 11:00 en el Hospital Reina Sofía de Córdoba, a la edad de 78 años.


Una parada cardiaca puso fin a más de dos décadas de actividad política ininterrumpida, ya fuera esta en primera línea o en un más apartado segundo plano a consecuencia de la debilitada pero aún regia salud del líder progresista.
Anguita nació en Fuengirola en el año 1941, en el seno de una familia de militares. Su gran vocación por la pedagogía y enseñanza en general le llevó a estudiar magisterio en la Universidad de Barcelona.


Tras licenciarse, inició su periodo de docencia en el municipio cordobés de Montilla, donde entraría en contacto con el intelectual y poeta Rafael Balsera, director del centro en el que impartiría sus primeras clases.


Aquel encuentro avivó su ya predispuesta sensibilidad crítica de Anguita, quien continuó a cultivándose mediante la lecturas de autores ilustrados y racionalistas como Voltaire o Ernest Renan.


Poco después comenzó su andadura por la arena política con su breve militancia en la organización anarquista Comunas Revolucionarias de Acción Socialista, que entonces capitaneaba el futuro secretario general de la CNT José Luis García Rua.


El carácter eminentemente teórico del colectivo provocó que Anguita quedara ligeramente desencantado e iniciara su posterior acercamiento al PCE, sin por ello desterrar de su acervo personal unas claras simpatías por los ideales libertarios. Por esto fue conocido entre sus correligionarios como «el comunista de sangre anarquista».


Tras haber asistido a algunos de los debates internos del Partido de cara a la elaboración del manifiesto programa de 1975, entrará a formar parte del él a principios de esta década.



Su profunda preocupación por la justicia social y sentido del orden democrático le permitirán ascender rápidamente y, con la Transición, ser presentado candidato para la gobernanza de Córdoba en el año 1979.


Fue entonces que se consagró un hecho inaudito: Anguita ganó contra todo pronóstico las elecciones y, buscando el apoyo de las demás fuerzas políticas –PSOE, UCD y el Partido Andalucista– llevó a cabo una brillante y austera gestión de la capital de provincia.


Esto se traduciría en una posterior mayoría absoluta de cara a las siguientes elecciones municipales, pasando de 8 a 17 concejales.


Paralelamente fundaría junto a cristianos de base, sindicalistas, miembros históricos del PSOE e incipientes ecologistas la coalición Izquierda Unida, con la que se presentó para presidir la comunidad andaluza en 1986.
En dichas elecciones, Anguita obtendría un 18% de los votos, uno de los mejores resultados en la historia de la organización progresista.


Sus numerosos éxitos y carisma le catapultarían a ostentar la secretaría general del PCE, de la que fue máximo responsable hasta que en el año 2000 fue sucedido por Paco Frutos al frente de la organización por cuestiones de salud.
Dos infartos, una intervención de corazón y el fallecimiento de su hijo, corresponsal de guerra en la Guerra de Iraq le apartaron de la escena política, sustituyendo así su acta de diputado por la reflexión y la escritura durante los años venideros.


Con su desaparición, Anguita deja tras de sí el testimonio de un hombre humilde, honesto y coherente con los ideales que profesaba, algo que siempre despertó admiración tanto en sus más queridos amigos como en adversarios políticos: España ha perdido no sólo a uno de los más grandes políticos del siglo XX, sino a un portentoso ejemplo de dignidad y coraje.


 

¡Hasta siempre, maestro!