EL REGRESO DE MARY POPPINS
EL REGRESO DE MARY POPPINS

Qrónica cinéfila: "El regreso de Mary Poppins"

Qrónica cinéfila: "El regreso de Mary Poppins"

Sin duda Mary Poppins marcó la infancia de muchos de los treinta y cuarentañeros  de España. Esa gran película que nos enseñaba que era lo realmente importante en la vida, tuvo sin duda un papel importante en la formación de los valores de muchos de nosotros.

La que escribe se confiesa fiel seguidora de la película original de Julie Andrews, creo que la habré visto unos cientos de veces y siempre descubría algo nuevo y maravilloso en ella. Sus actores, sus canciones y su colorido hicieron de esta película una obra maestra, por no hablar de su protagonista, un personaje tan cautivador como contradictorio. Mary Poppins era tan extravagante y tan humana en última instancia que era imposible no enamorarse de ella.

Ahora más de cincuenta años después alguien se ha atrevido a hacer una segunda parte de este inspirador clásico. En seguida que se supo la noticia los fans de la primera película empezaron a mirar con recelo este segundo estreno, servidora incluida. Lo primero que se te viene al pensamiento cuando escuchas algo así es el típico “segundas partes nunca fueron buenas” -con la expeción de “El Padrino II”-.

Este pasado viernes como no podía ser de otra forma los cines se llenaron para el estreno en España de “El regreso de Mary Poppins” y para sorpresa de muchos la peli no solo no decepcionó, sino que volvió a enamorarnos como la primera. Todo lo que se esperaba de ella estaba dentro de la pantalla: dibujos animados, canciones pegadizas, puntos de humor, niños adorables, personajes carismáticos, muchas lecciones de vida y un bonito final feliz.

La película guardaba su esencia a través de la aparición de personajes icónicos de la primera cinta y una historia similar en su desarrollo a la primera parte –que sus seguidores reconocerán de inmediato-.

Pero lo más importante de este estreno era volver a ver a Mary Poppins, en esta ocasión encarnada por Emily Blunt. He de reconocer que los primeros minutos ante la pantalla de cine dudé de que alguien pudiera captar la esencia del personaje y llevarlo a escena, pero de repente ella apareció y me rendí. Emily Blunt no solo es una perfecta Mary Poppins, sino que es en sus gestos y ademanes prácticamente igual que su predecesora. Si la protagonista hubiese fallado el resto de la película habría dado igual, todo estaba en sus manos y ha conseguido no solo conquistar al público en general, también contentar a los acérrimos seguidores de la primera parte.

Tan solo eché de menos una cosa, entre tanta canción novedosa y tanto baile singular los creadores de “El regreso de Mary Poppins” olvidaron incluir la palabra que lo dice todo, la palabra más extravagante, rara y espantosa, aquella que si se dice con soltura sonará armoniosa; supercalifragilisticoespilidoso. Una pega a subsanar que no quita en absoluto mérito a la reinvención de un film difícil de reinterpretar y que ha salido más que airoso en su estreno.

No sé si los niños de hoy en día vivirán con la misma pasión que nosotros la proyección de esta película. Es posible que acostumbrados a mil efectos especiales y dibujos animados casi propicios para causar ataques de epilepsia, Mary Poppins pueda resultarles aburrida. Yo quiero creer que esta nueva versión llegará con sus enseñanzas, tan necesarias en nuestros tiempos, a más de un pequeño corazón. Sería bonito que dentro de treinta años los niños del ahora recuerden con el mismo cariño y admiración que yo lo hago, la película de Mary Poppins y sus canciones. Que sepan extraer toda la sabiduría que hay en esa mujer prácticamente perfecta en todo.

Qrónica cinéfila: "El regreso de Mary Poppins"