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Objetivo Berlín: La última batalla de la 2º Guerra Mundial

Objetivo Berlín: La última batalla de la 2º Guerra Mundial

Cada mayo se recuerda la contienda que puso el punto y final al nazismo gracias a los ingentes esfuerzos de los países Aliados.

Berlín, 1945. Los últimos vestigios del régimen nazi comenzaban a caer como cáscara muerta ante el inexorable avance soviético, que marchaba hacia la capital del III Reich bajo las directrices de los mariscales Georgui Zukov e Ivan Konev.


Estos últimos tenían a sus órdenes a dos millones y medio de hombres a los que se sumaban 41600 piezas de artillería y 7500 aviones entre tantos otros recursos armamentísticos.


A principios de ese mismo año, la metrópoli había sido fortificada para tratar de hacer frente a cualquier intentona ofensiva por parte de las potencias aliadas, quienes ya habían venido imponiendo su superioridad en algunas de las contiendas más decisivas del conflicto como fuera el desembarco de Normandía.


No obstante y del mismo modo que ya hicieron las fuerzas británicas y estadounidenses en aquel entonces, los soviéticos rompieron con suma facilidad los tres cinturones defensivos erigidos en torno a la ciudad, que abarcaban desde el Báltico hasta los Sudetes –anexionados en octubre de 1938 por el Reich–.


Una vez alcanzada la ciudad, el ataque aliado se desencadena desde todos los puntos cardinales. A su defensa sale la 18º División de Panzer para tratar de frenar tamaña agresión, pero los alemanes no pueden hacer nada para contener a las tropas rivales.


A finales del mes de abril, el comandante que encabeza la defensa de Berlín, Helmut Weidling presenta a Adolf Hitler un plan para evacuar la ciudad y evitar así un mayor derramamiento de sangre, a lo que el Führer se niega en rotundo.


En respuesta a aquello, el 30 de abril los soviéticos lanzan el último ataque contra el parlamento alemán o reichstag.


De forma paralela, Hitler y su mujer Eva Braun cometen suicidio en el interior del bunker de la cancillería al conocer sobradamente el desenlace de los acontecimientos.

A ellos les seguirían quien fuera el ministro de propaganda del régimen Joseph Goebbels y su familia.


Finalmente, el 2 de mayo, el sargento Melitón Kantaria izó la bandera roja sobre las ruinas del parlamento en univoca señal de victoria.


Apenas 6 días más tarde, el mariscal Wilhem Keitel firmó la capitulación de Alemania ante la presencia del presidente norteamericano Dwight H. Eisenhower y con ello, acabó la que pasaría a la posteridad como una de las guerras más funestas que ha conocido la humanidad.

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